Las empresas de traducción generalmente pueden atender un mayor volumen de trabajo que un traductor freelance que trabaje individualmente.
En el caso de los traductores freelance, debemos considerar que un traductor tiene una capacidad promedio de producción diaria que oscila entre 2000 y 3000 palabras. Esta opción es muy viable para traducciones a un solo idioma y cuando los textos no sean de gran volumen y cuando el cliente puede adaptarse al cronograma de entregas que determine en conjunto con el traductor.
El traductor freelance normalmente se acostumbra a atender un encargo cuando ya ha terminado otro y por eso tiene que organizarse muy bien para poder dejar tiempo para tareas administrativas, estudios y actividades de esparcimiento, sin llegar a superar su capacidad, ya que esto podría incidir en la calidad de su trabajo.
Adicionalmente, cuando se decide elegir un traductor independiente, es el cliente quien va a tener que hacer la búsqueda del profesional y escoger a aquel que tenga la experiencia y la formación necesaria para realizar el trabajo deseado.
Las agencias de traducción simplifican el proceso para el cliente, ya que muchas veces cuentan con traductores de planta suficientes para asegurar un manejo adecuado de grandes volúmenes, revisiones a cargo de un segundo traductor y un manejo más amplío de temas de especialidad. En una agencia, por lo general, los traductores no tienen que encargarse de tareas administrativas, por lo que su tiempo se dedica exclusivamente a traducir.
Sin embargo, las agencias también deben cuidarse de no sobrecargar su capacidad de trabajo y mantener una planificación adecuada para poder atender a todas las solicitudes en un tiempo adecuado y con un estándar de calidad constante y que además mantenga una línea o estilo editorial que permita producir documentos unificados en terminología y sintaxis.